Probablemente nos sería difícil encontrar que en algún momento de su historia no ha intentando desarrollar un proceso de emprendimiento inspirado en el modelo de Silicon Valley.
La sensación de urgencia que ha recorre el mundo occidental desde hace un par de décadas debido al outsourcing y a la deslocalización primero y a la digitalización y robotización después.
Desde hace más de un decenio, crear industrias en lo digital parece ineludible si un país quiere mantenerse en la senda del progreso. Todo, o casi todo, se está digitalizando. No sólo música, libros, periódicos, revistas y fotos, elementos tan perentorios como la calefacción con NEST, las bombillas con HUE (Philips) o nuestros coches se incorporan a esta tendencia que parece imparable. Todo ellos nos ha llevado fácilmente a la conclusión que sin un industria digital sólida no hay futuro y ha lanzado a muchas ciudades y agencias de innovación a buscar ese santo grial.
Para sorpresa de bastantes – y esto pasa a menudo en el campo de la innovación – algunas ciudades más bien poco relevantes en lo digital se han convertido en muy poco tiempo en centros de primer order. Tal es el caso de algunas ciudades de la costa este de Estados Unidos como Boston, Washington y Nueva York. Sin ir más lejos la foto adjunta es la concentración de empresas digitales en Manhattan.
Nueva York era el centro financiero, la ciudad de la moda y la publicidad y bastantes cosas más, pero cuando se hablaba de apps e Internet, inmediatamente cambiábamos de costa y pensábamos en Silicon Valley. Sin embargo, hoy esto ya no es así. El centro de Manhattan y el Village primero y Brooklyn ahora está lleno de startups digitales, algunas de ellas con un éxito evidente.
Buena parte de este éxito se debe al trabajo de la administración Bloomberg en la alcaldía de Nueva York. Para ello hizo cuatro (4) cosas.