Si algo nos diferencia como especie, es nuestra capacidad para construir herramientas, nada hay más humano. Estas herramientas nos han permitido aumentar nuestras capacidades, haciendo no sólo más de lo que podíamos hacer sino cosas de las que no éramos capaces.
La revolución industrial supuso un punto de inflexión importante. El multiplicador de nuestras capacidades se incrementó notablemente y con él la participación del trabajo en productos y servicios se empequeñeció. Aparecieron las primeras películas y narraciones que nos mostraban una humanidad donde las maquinas lo hacían todo. En ese momento sólo eran sueños.
Sin embargo, aquellos sueños se están convirtiendo en realidad.