Si hay algo que preocupe en España – más allá de la corrupción política – es el empleo, especialmente entre los jóvenes.
El problema español es un tanto particular, obreros a los que se les acabaron las obras, clases medias sin los medios para emprender y de la clase de las clases altas visto la que está cayendo mejor ni hablar. Sin duda el caso español tiene muchas peculiaridades, la rigidez de los mercados, las inversiones inverosímiles en obra pública guiadas por criterios electorales cortoplacistas que no sólo detraen recursos extremadamente necesarios del sistema sino que generan culturas regresivas y preconizan formas de competir situadas en lo monopolístico, el amiguismo o el clan. El caso español es sin duda particular, mucho se ha escrito sobre él y mucho más se escribirá sin duda alguna – pues elecciones hay muchas y parece que todas este año …
Más allá del caso español, la generación de empleo es un tema amplio de discusión. De alguna forma, las teorías Maltusianas reaparecen cada poco con su mensaje de la pinza insalvable entre una tecnología que destruye más y más empleo – antes automatización y ahora inteligencia artificial y machine learning – y una población cada vez mayor, más preparada y con más aspiraciones. Sin embargo, a pesar de las peores predicciones vemos como las sociedades se reinventan y también lo hace el empleo.
La pregunta realmente interesante es pues, no si vamos a sobrevivir a la enésima reedición de la teoría maltusiana de turno – que si – sino ¿cómo? ¿De donde saldrá la generación de empleo? Este es el factor que cambia de crisis en crisis y detectarlo a tiempo permite incidir mejor en políticas que nos van a permitir crecer en vez de gastar recursos públicos apoyando sectores que suponemos van a generar empleo cuando en realidad no va a ser así.