¿Conoces a alguien que no quiera, o no haya querido en algún momento de su vida, tener éxito? Dificil, ¿verdad? Sin duda la búsqueda del éxito es una de los motivadores más importes que explica muchas de las cosas que hacemos en la vida. Entre ellas el networking.
Ahora, en un mundo dominado por las redes sociales, el networking no solamente ha alcanzado una nueva dimensión sino que es cuantificable. El número de amigos en Facebook, de contactos en linkedin o de seguidores en twitter parece ser la medida de nuestro valor o de nuestra reputación. Pero, ¿hasta que punto eso es verdad? ¿os lo habéis preguntado alguna vez? ¿Seria cierto que las personas con más amigos, contactos, seguidores, … son las que tienen más éxito?
Ron Burt es un profesor de la Universidad de Chicago que estudia como las redes social pueden proporcionar ventajas competitivas tanto a organizaciones como a profesionales. Bien, Ron ha publicado un artículo que intenta dar respuesta a esa pregunta.
Sin embargo, para poder contestarla, primero debemos comprender como está organizada nuestra sociedad. Las redes han penetrado tan profundamente en nuestra manera de imaginarnos el mundo que, creo yo, ya todos nos imaginamos un mundo en red. El problema es que esta idea de un mundo perfectamente conectado, con 6 grados de separación entre cada uno de nosotros, es probablemente una simplificación no solamente irreal sino también poco útil.
Ciertamente, todos estamos conectados, pero unos más que otros. Todos formamos parte de grupos, que muchas veces se superponen y coexisten. Algunos virtuales, algunos físicos, muchos mixtos. Estos grupos estan conectados entre si, pero no con la misma intensidad que lo están los miembros de un mismo grupo. De esta manera una mejor manera de imaginarnos el mundo es en grupos – clusters – conectados entre si.
Los clusters tienen una gran cohesión interna, la información viaja a una gran velocidad dentro de un cluster y se producen muchas colisiones que hacen que evolucione con igual rapidez. Todo esto sin embargo no es tan cierto entre los clusters (grupos). Entre ellos buena parte de la información no viaja y se mueve lentamente. ¿No os ha sucedido en Facebook ver un link en un grupo que ya ha pasado de moda hace muchos meses en otro? Es una experiencia que seguro que os suena familiar.
Si vemos el mundo como un conjunto de clusters interconnectados, entonces, ¿cuál es la mejor posición? ¿sigue siendo estar lo más cerca del centro posible la mejor alternativa? Sin duda me diréis que gozar de una posición central nos va a proporcionar reputación y eso malo no es e indica que “somos alguien”. Cierto, todo eso es verdad, no hay duda. Pero, aparte de ser alguien, ¿nos aporta lo necesario para continuar siendo alguien?
Pensemos que pasa cuando nos situamos en los canales de comunicación entre grupos. Allí gozamos de la información de varios de ellos y a una gran velocidad, lo que nos permite cruzar-la, juntar-la, “remix”, es decir innovar en base a crear una cosa nueva a partir de otras dos. Gozamos también de puntos de contraste de ideas y opiniones que nos permiten tener una visión más amplia del mundo e influir en otros grupos en base a transmitirla, modificarla, elaborarla o crear a partir de ella.
Es decir tenemos información más diversa, la tenemos más rápido y ello nos pone en una posición idónea para poder desarrollar nuevas ideas en base a hibridar, mezclar o recrear a partir de ideas existentes. ¿Parece interesante no?
Algunos de vosotros me diréis que todo esto muy nuevo no es, lo conocíamos, pero ¿es esto un buen predictor del éxito?