¿Es neutra la tecnología en las ciudades o influye en la manera de entender lo que es ciudadanía?

Hace unos días tuve la oportunidad de participar en un evento sobre Smart Cities de ESADE Alumni en Gerona. Fue un acto pequeño pero de un nivel alto donde, quizás por su reducido tamaño pero también por la afinidad entre los participantes se pudieron comentar aspectos con una franqueza poco usual y por ello surgieron temas muy interesantes.

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Entre ellos hubo dos de particularmente interesantes. En primer lugar la contraposición entre una concepción de ciudad sensorizada top-down y otra distribuida y participativa, pero ya hablaremos de esto en otro momento.

El más interesante, desde mi punto di vista, fue el que suscitó Carles Puigdemont, alcalde de Girona. Carles nos comentó su experiencia vital, las dificultades y las decisiones con las que se tuvo que enfrentar cuando llegó a alcalde de Gerona.

Nos comentaba que si hay un tema que está en todos los programas de todos los partidos en el ámbito municipal, ese es Smart Cities. Y que inevitablemente, al día siguiente de llegar a la alcaldía tenía sobre la mesa un buen número de propuestas sobre como convertir Gerona en Smart.

Junto a esta realidad, se encontró una administración no sólo con un conocimiento escaso sobre el tema sino de sus implicaciones a nivel de ciudad. Fue está la razón que les llevó a impulsar el Master en Smart Cities de la Universidad de Girona.

Sin embargo, a pesar de ello, los proyectos de Girona en el campo de las Smart Cities son, siendo amable, más bien escasos. Esto no fue fruto del azar sino de la convicción de que una determinada tecnología genera una manera de entender la ciudad y crea una cultura. Y Carles nos comentó que ellos no estaban convencidos de que la tecnología top-down, alejada de los ciudadanos era lo que quería para su ciudad y por eso han preferido esperar hasta entender mejor las implicaciones y sus consecuencias.

A lo largo de estos años he tenido la oportunidad de hablar con un buen número de alcaldes, tenientes de alcalde y responsables de las áreas tecnológicas de las ciudades y bien no es la primera vez que me encuentro con esta reflexión pero quizás la segunda o la tercera.

Es una reflexión importante. Cuando implantamos una plataforma tecnológica estamos haciendo algo más que tecnología. Estamos implantando las reglas de negocio y una determinada visión de gobernanza en software, y el hecho de que la implementación sea en software en vez de mandos intermedios no le resta valor a a la gobernanza, estamos creando la cultura de nuestra empresa, o en este caso de nuestra ciudad.

Esta puede ser top-down, command-and-control y convertir decisiones en un tema tecnológico alejado de los ciudadanos o puede ser participativa y redefinir el concepto de ciudadanía en términos digitales. Esta redefinición sin embargo puede realizarse de muchas maneras y en el caso de la ciudad afecta a mucha gente durante un lapso importante de tiempo.

Veamos un ejemplo. Una de las aplicaciones más conocidas en Smart Cities es la que se dirige a la detección de problemas – como socavones en la calle – y a su solución. Esto se puede hacer sin participación de los ciudadanos mediante sensores o se puede disponer de una aplicación donde los ciudadanos reporten los problemas, de allí se obtenga la priorización, ésta sea transparente y tengan feedback en todo momento de cual es la cola de problemas y cuando éstos se solucionan. Ambos modos solucionan los problemas pero crean una ciudad muy diferente y unos ciudadanos con una conciencia y una cultura claramente distinta.

¡No olvidemos lo básico ! ¿Qué ciudad queremos? ¿Cómo queremos que sean nuestros ciudadanos?