¿Quo vadis Smart City?

The control room of the Rio Operations Centre Rio De Janeiro Brazil By David Levene 16/5/14España ha sido durante los últimos años probablemente el país del mundo donde el término Smart City ha disfrutado de mayor tracción entre los políticos. Sensores, consumo energético, sostenibilidad, coche eléctrico, transparencia (si transparencia), concursos de apps, más concursos de apps, open data, hackatones, … todo esto se ha incorporado al vocabulario de la gestión local a una velocidad meteórica. En bastantes casos con mucho branding y pocas nueces y en algunos pocos, con nueces pero con un cambio cultural y de gestión sin hacer o apenas empezado.

Como no podría ser de otro modo en bastantes ocasiones – seamos generosos – el “business case” se dejó para lo último para descubrir finalmente que ni lo conocíamos ni se le esperaba.

Quizás alguno de los lectores que haya tenido la paciencia de leerme piense que ésta es una visión excesivamente crítica con una realidad que ha puesto a algunas ciudades españoles en la zona de líderes globales y esto debería valorarse. Ciertamente tiene razón, ahora bien dejadme apuntar que muchas veces desde fuera se mira con extrañeza como ese liderazgo convive con un paro superior al 20% y sin una cultura de startups, desarrolladores de software y emprendimiento que le de soporte.

Sin embargo éstos son tiempos nuevos donde las respuestas no están aún escritas y por lo tanto la reflexión puede tener una oportunidad mayor. Tanto en Madrid como en Barcelona tenemos una nueva realidad política que prioriza la solución de los problemas sociales más acuciantes y un cambio en la forma de gobernar.

Un cambio que parece enfatizar el gobierno con frente al gobierno a, o dicho de otra manera, poner el acento en la participación y la voluntad de los ciudadanos más allá de pedirles su voto cada cuatro años.

Ante esta nueva situación se han alzado muchas voces contraponiendo las ciudades Smart con las ciudades para vivir, disfrutar y progresar, con las ciudades de sus ciudadanos.

En realidad, yo no creo que esta contraposición exista. Las tecnologías que más han cambiado nuestras vidas recientemente se llaman whatsapp, Facebook, twitter, .. son todas ellas tecnologías que se basan en la redefinición del significado de diálogo y networking en el campo virtual con poca relación con la gestión centralizada.

Un buen ejemplo de esta dualidad de soluciones centralizadas y descentralizadas lo encontramos en la recogida de la información, por ejemplo de tráfico. Una alternativa consiste en sensorizar la ciudad y por lo tanto disponer de manera instantánea de la situación del tráfico. Otra alternativa es por ejemplo un proyecto de Singapur que obtiene la misma información mediante sensores colocados en los taxis y el transporte público, quizás con una menor exactitud en las zonas menos concurridas pero esas zonas son por esa misma razón, menos relevantes.

Asimismo, podríamos completar con facilidad la información capturada mediante taxis y transporte público con el uso de crowdsourcing ciudadano y al aumentar la muestra aumentaríamos la exactitud. Este ejemplo es de información, sin embargo la dualidad entre gestión centralizada y descentralizada no está restringida a a la información, pensemos en áreas tan importantes como la prestación de servicios y por lo tanto en las posibilidades que este punto de vista nos ofrece para repensar-los.

Pero, detengámonos un momento, ¿por qué es todo esto importante? ¿Se trata sólo de que las soluciones descentralizadas tienen un menor coste? ¿No es a costa de ser menos “perfectas”?

El coste es un elemento importante, no cabe la menor duda, pero quizás no debería ser el elemento decisorio. Examinemos por un instante al tipo de solución a la que nos conduce cada alternativa. El tipo de solución de las centralizadas se ha hecho un sitio en el imaginario colectivo, es la cabina de mando de Star Trek, en Smart Cities el centro de operaciones de Rio.

Las soluciones descentralizadas nos llevan sin embargo a la diversidad ya que las soluciones provienen de origines y concepciones diversos. Ello tiene consecuencias importantes por dos razones. La primera por el tipo de sociedad que definen. Y la segunda porque diversidad y emprendimiento son condiciones básicas para la innovación y si las ciudades Smart son mejores, lo son no sólo porque hacen las cosas de una manera más eficiente sino también porque son una herramienta de crecimiento e innovación para ellas y sus ciudadanos.

A veces como ahora, la historia nos regala la oportunidad de parar y reflexionar. Nuestra concepción de Smart Cities va más allá de la solución más eficiente a problemas concretos, se trata no sólo de la sociedad en la que queremos vivir, sino la que queremos construir. ¡Démosle una oportunidad a las soluciones descentralizadas !