¿Por qué necesitamos Living Labs?

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Allá por el 2010 los Living Labs estaban en auge y ciudades pequeñas o grandes de todo el mundo pugnaban por disponer de uno. Como veis en el gráfico adjunto, aquello pasó, ya no es el caso. Después de cerca de 10 años de Living Labs es hora de hacer balance, pero éste no es un artículo tan ambicioso, sólo quiero aproximarme a una pregunta simple: ¿Necesitamos Living Labs?

Pero, ¿qué es eso de los Living Labs? Parecen una de esas cosas de las que todo el mundo habla pero cuestan de precisar, de concretar y no digamos de poner ejemplos de éxito. La primera impresión que nos viene a la cabeza no es desacertada: laboratorios vivientes, convertir las ciudades en laboratorios donde se experimente con nuevas cosas junto con los ciudadanos y así convertir nuestras sociedades en más innovadoras- yeah ! Sencillo ¿no?

Vamos por partes. Una parte importante del problema es que los Living Labs son dos cosas distintas a la vez y eso crea confusión.

En primer lugar es una metodología de innovación. Las ideas básicas de la metodología son 2:

  1. La co-creación con usuarios. Los usuarios, clientes, ciudadanos no son objetos pasivos de los que queremos aprender, sino que están al mismo nivel que el emprendedor, diseñador o el tecnólogo y co-crean la innovación.
  2. Experimentación en entornos reales. No se trata de prototipos burdos, sino de prototipos con los que se puede experimentar en entornos reales, de cosas que funcionan.

La segunda cosa que es un Living Lab es una institución, una organización que busca potenciar la innovación de una ciudad, de un entorno de investigación, de un campus universitario, … en base al uso de esa metodología, mayoritariamente, todos hacemos de todo.

Bueno, ¿qué ha pasado con las dos formas de entender los Living Labs?

Con la primera en mi opinión han pasado dos cosas. En primer lugar es un concepto con muchos lugares comunes con otras metodologías como Design Thinking, los Google Sprint o Lean Startup. Hoy en día todo el mundo incorpora co-creación de una manera u otra con usuarios y experimentar rápido es la base de Lean Startup. De todas ellas, la que ha triunfado posiblemente es Lean Startup, por una razón simple, no todos los diseñadores son innovadores pero todas las startups tienen que serlo porque sino no tienen razón de ser. Sea una startup social, un proyecto de emprendimiento non-profit, etc. lo del Business Plan ha pasado a la historia y las metodologías de co-creación, diseño, user-experience y experimentación forman parte del paquete de cosas que un emprendedor o un grupo de emprendedores debe conocer. Sin embargo, todo eso está cambiando. Las metodologías para entender la experiencia de usuarios proceden de la antropología, cosas como mapear el uso por parte de los usuarios o vivir su experiencia como uno de ellos nos recuerdan a los antropólogos del s. XIX y es que son eso. Hoy en día, donde todo converge a lo digital, se nos antoja como herramientas de la edad de piedra en un mundo donde la experiencia está continuamente registrada. Cosas como sentiment analysis, Big Data, A/B testing, … van progresivamente reemplazando esas metodologías artesanales por otras más propias de nuestro siglo.

Pero, ¿qué ha pasado con la idea de los Living Labs como organizaciones que buscan promover la innovación? Si miramos a nuestro alrededor veremos una multitud de iniciativas: FabLabs, Ateneos de Fabricación, CitiLabs, … que buscan eso, movilizar la capacidad de innovación de un campus, una ciudad, … a través de proyectos de colaboración entre una diversidad de actores con usuarios. ¿Usuarios por qué? Porque una gran parte de los problemas de la innovación son el “market risk” o sea ¿funcionará eso? ¿será aceptado y adoptado por los ciudadanos? porque si no lo es … no es innovación. Y la mejor manera de solventar el market risk es co-crear y/o experimentar, sólo así sabremos si nuestras propuestas tienen éxito. Las maneras de hacerlo han cambiado, eso si.

Hay dos grandes maneras de abordar este tema de la gestión de la innovación. Una es “innovamos todos”, está bien pero nadie es realmente responsable y si no hay una presión externa – normalmente de mercado – para innovar, entonces innovamos todos es un sinónimo de aquí no innova nadie porque innovar es difícil, arriesgado y plagado de fracasos y lo de fracasar gusta poco. La otra es una organización que tenga ese función, lo que no significa que sólo sean ellos, esa es probablemente la mejor alternativa, la única que nos asegura que al menos alguien lo intentará.